Sanlúcar la Mayor, Pasado ,Presente y Futuro.

Sanlúcar la Mayor, Pasado ,Presente y Futuro.
Desde que tus campos fueron fructíferos,las palomas anidaran en tus campanarios,la grieta de tu cárcava defensora de tu fortaleza amurallada,tesoros escondidos en tus silenciosas calles de tierra y blancas paredes, tu llamada al corazón de los hombres desde el alminar de tu mezquita, el repicar de tus campanas gloriosas de fiesta,los caminos y veredas de tus campos alpechinera,tus manantiales de aguas cristalina,tu Guadiamar caudaloso de aguas tranquilas. De todos los pueblos del Aljarafe ninguno puede compararse contigo,por tu historia, tu rango y tu prestigio.
.La Sanlúcar eterna,aquella que guarda en la noche la luz de las estrellas y el lucero de la mañana,la luz de su cielo celeste derrama sobre sus tranquilas calles el sosiego de sus moradores,paseantes de calles adoquinadas transcurren con pasos lentos recibiendo el frescor de sus aires con aromas de azahar de una semana que se acerca y otra que se va.La Sanlúcar eterna en la que en tantos corazones albergas y siempre estarás.. Sanlúcar la Mayor es una localidad sevillana perteneciente a la comarca de El Aljarafe y, en concreto, en el Aljarafe alto o Norte. Está situada a unos 18 km al oeste de Sevilla capital. El pueblo está situado a 148 metros sobre el nivel del mar.Es cabeza de partido judicial y centro neurálgico del alto Aljarafe.Su origen histórico se remonta a tiempos del Neolítico en la que se habitaron estas tierras.

domingo, 30 de septiembre de 2018

60 aniversario de la alternativa de Antonio Martinez Lopez "El Sanlúqueño"


60 aniversario de la alternativa de
 Antonio Martinez Lopez "El Sanluqueño" 

Tomó la alternativa en la Plaza de Toros de San Luis de Guiso el 10 de agosto de 1958. Vestido de blanco y oro recibió al toro de nombre"Paritano" de mano del torero Isidro Marín y bajo la atenta mirada de Antonio Borrero "Chamaco". El estilo y las verónicas del "Sanluqueño", vuelven a ser alabadas por la crítica taurina y el 1 de noviembre de 1958, torea en la Plaza de Toros de las Arenas de Barcelona, donde ya como torero y no como novillero, vuelve a triunfar brindando un toro a Antonio Borrero " Chamaco" que presenciaba la corrida desde una barrera y participa como testigo del torero Curro Lara.


El 18 de mayo de 1958 tras levantar una gran expectación en la Plaza de Toros de la Maestranza, torea junto a  Antonio Cobos y "Trincherilla" unos novillos que defraudaron a todos los presentes. de la ganadería Clemente Tassara, donde "El Sanluqueño" realiza una serie de verónicas que puso la Plaza en pie y llevándose la buena crítica de la prensa hispalense.


Tras cortar varias orejas viaja a Mallorca el 20 de mayo de 1960 para torear en la Plaza de Toros de Muro, con toros de Curro Valverde, junto a los torreros"El Tano"y "Chicuelo II,hijo".En esta corrida sufre una gravísima cogida que le aparta de las plazas de toros toda la temporada. Tras su vuelta a las plazas en 1961 las corridas comienza a  flaquear y consigue pocos contratos,también debido al abandono y dejadez de su apoderado el señor Zulueta y vuelve a torear en numerosas plazas de levante y norte de España, pero ya como torero de plata.



Preparando su Biografía Taurina
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lunes, 17 de septiembre de 2018

7 HÉROES SANLUQUEÑOS DE GUERRAS


7 HÉROES SANLUQUEÑOS DE GUERRAS 
En estos tiempos de las llamadas “memorias históricas”, creo que nos olvidamos de héroes, paisanos nuestros, que dieron su vida por España en guerras de Filipinas (Manila, 1898) o en Africa (Annual, 1921). Dos detalles para documentar estos recuerdos, que jamás deberíamos olvidar, ya que fueron jóvenes de Sanlúcar la Mayor los protagonistas.

La placa, bastante sucia y poco legible ya, reseña a los 6 héroes que queremos recordar y enorgullecernos, sin saber exactamente quienes eran, sus fotos, sus familias
EL AYUNTAMIENTO A LOS HIJOS DE ESTA CIUDAD QUE EN EL CUMPLIMIENTO 
DE SU DEBER PERDIERON SU VIDAS EN TIERRAS AFRICANAS
MANUEL GALLEGO ………….. JUAN ANTONIO MORA RODRIGUEZ
PEDRO CASTELLANO ASIAN, JUAN RODRIGUEZ GOMEZ, JOSE ALVAREZ RIOJA, EUSTAQUIO GUTIERREZ CASTILLA,
SANLÚCAR LA MAYOR 1 ENERO 1925
Justo en la fachada del Ayuntamiento, existe una placa conmemorativa de los “desaparecidos en África”, con los nombres de seis muchachos que cayeron en las aciagas jornadas del llamado Desastre de Annual (17-23 de julio de 1921)
Annual fue un campamento del ejército español en el norte de África, a unos 130 km de Melilla. Hacia esa posición el General Manuel Fernández Silvestre (gobernador militar de Melilla, íntimo amigo de D.Alfonso XIII), dirigió las columnas de soldados españoles, combatiendo contra los feroces rifeños de Abd-El-Krim. 
Los soldados, mal pertrechados, de reclutamientos forzosos y sin poder “pagar” a otros para que fueran al servicio por ellos como antes ocurría, se vieron copados por el enemigo, muy superior en número y sin plantear combate cara a cara, produciendo una desbandada en las filas españolas, lo peor que pudo ocurrir, ya que los rifeños masacraron por la espalda a nuestros pobres compatriotas.
Esta derrota provocó el probable suicidio del General Silvestre en el mismo campo de batalla, la caída del gobierno y la  Dictablanda del General Miguel Primo de Rivera, que en su tiempo y nombre se construyó el Grupo Escolar de la Corredera.
Silvestre había sido el artífice de un espectacular e imprudente avance desde Melilla hasta Annual, sin apoyo logístico, y esto ocasionó la mayor derrota y matanza de unos 10.000 españoles, y la desaparición de sanluqueños como los que señala la lápida conmemorativa.





Una muestra de las matanzas
Existe mucha literatura sobre el desastre. 
Dos ejemplos que se pueden hallar
 en la Biblioteca Pública de Sevilla.


















El siguiente héroe, es posible que sea aún más desconocido para los sanluqueños. A la izquierda del mausoleo del cementerio de la familia que perdió a tres hermanas en el atroz accidente de la avioneta de la Operación Clavel, una caravana procedente de Madrid, con víveres, mantas y calor humano para los afectados por las inundaciones del Tamarguillo de Sevilla. 
Las muertes que no ocasionó el agua, ocurrieron trágicamente al estrellarse sobre la multitud una avioneta al tocar cables de alta tensión de la Carretera Carmona (al lado de la cancha de basket de la Avenida Kansas City actual), el 19-diciembre-1961, ocasionando 24 muertos, entre ellos las tres hermanas de nuestros pueblo.
Pues, a la izquierda se encuentra la lápida de un marino llamado D. FRANCISCO TERRERO LUNA, un héroe de Cavite, batalla naval contra una escuadra estadounidense, frente a Manila, Filipinas, ocurrida el 1 de mayo de 1898, con derrota española. Barcos de acero contra nuestros buques de madera, lo que siempre se ha dicho.
La batalla donde fue herido
Pintura estadounidense que muestra al USS Olympia liderando el ataque
 a la flota española en la batalla de Cavite.

Victoria decisiva estadounidense
Beligerantes
España-Estados Unidos
 Comandantes
Contraalmirante Patricio Montojo y Pasarón
Comodoro George Dewey
Fuerzas de combate
1 crucero de 1ª Clase
1 crucero de madera
4 cruceros de 2ª Clase
1 cañonero
5 cruceros protegidos
1 cañonero
Bajas
77 muertos
280 heridos
7 barcos perdidos
13 muertos y 
38 heridos
Croquis somero del combate naval de Cavite.

«Transcribimos de la revista naval: 
Batalla de Cavite (1 de mayo de 1898).
El sol del Imperio comienza a ponerse
(por Alejandro Anca Alamillo, Investigador Naval)







El resultado final de la guerra hispanoamericana de 1898 estuvo, inevitablemente, marcado por dos combates navales decisivos, que tuvieron lugar en Santiago de Cuba y Cavite. En ambos enfrentamientos, los americanos aniquilaron a las fuerzas españolas, recibiendo éstas la peor y más completa derrota naval de toda su historia contemporánea.
Antecedentes
España poseía, hasta 1898, dos grandes territorios ultramarinos, la isla de Cuba y el archipiélago de Filipinas. Convendría recordar, antes de entrar en profundidad en los detalles del combate, lo difícil, en el caso de este último, que se hacía para los españoles controlar un conjunto de islas que en total superan en número las 3.000. 
El principal problema con el que se encontraban era la dificultad que entrañaba el erradicar la piratería de aquellas aguas. De hecho, la práctica totalidad de las fuerzas del apostadero (Manila) se dedicaba principalmente a este cometido, estando compuesta en su mayoría por pequeños cañoneros y unos pocos cruceros ligeros. 
El movimiento independentista y la guerra con los EE.UU. sorprendieron a una fuerza que no estaba preparada para un combate naval de entidad, o lo que es lo mismo, en igualdad de condiciones contra los buques americanos.
Curiosamente, es preciso señalar que ambos contendientes se conocían perfectamente. Ambas escuadras frecuentaban puertos como el de Hong Kong, 
estando las dos perfectamente al tanto de los últimos movimientos de la enemiga.
Tras el luctuoso hundimiento del Maine, en Cuba, y antes de declarar la guerra contra España, el asistente del subsecretario de marina americana, Theodore Roosevelt, ordena al comodoro George Dewey preparar su escuadra asiática basada en el citado puerto con el fin de destruir a la española de Filipinas.
Las fuerzas enfrentadas
Los americanos contaban con seis buques, los Olympia, Baltimore, Raleigh, Petrel, Condord y Boston. Los cuatro primeros eran cruceros protegidos (de acero) y, los dos últimos, grandes cañoneros. En total sumaban 19.000 toneladas de desplazamiento. 
El insignia del almirante Dewey, al mando de las fuerzas atacantes, era el Olympia. Su poder ofensivo combinado era el siguiente: diez cañones de 203 mm., veintitrés de 152, veinte de 127 y un total de cincuenta piezas ligeras que iban de los 57 mm a 37 mm. Completaba su armamento 10 tubos lanzatorpedos. Eran de construcción moderna.
Por parte española se contaba con 7 buques, entre los que se encontraban los Reina Cristina (insignia de Montojo), Isla de Cuba, Isla de Luzón, Castilla, Don Antonio Ulloa, Don Juan de Austria, y el Velasco, sumando un total de 14.000 toneladas. 
Estaban armados con treinta y siete cañones de entre 160 mm y 120 mm. nueve de entre 90 mm a 70 mm y treinta y cinco piezas ligeras de 57 a 37 mm. Se completaba el mismo con un número indeterminado de ametralladoras de entre 25 y 11 mm y trece tubos lanzatorpedos.
A pesar de los datos anteriormente apuntados, hay que reiterar el mal estado de mantenimiento en el que se encontraban los buques españoles, y es que el arsenal de Cavite había quedado del todo punto obsoleto para las necesidades de éstos. En el momento de estallar la guerra, tres de los principales buques estaban siendo sometidos a grandes reparaciones y el resto se encontraba en deficiente estado. 
Diríase que aquella parecía más una escuadra que acabara de salir de un combate que una que se preparara para empezarlo. A esta deplorable situación del material a flote se unía la escasez y la falta de preparación del personal que componía en aquellos momentos la Armada Española.
Los preparativos
Don Patricio Montojo y Pasarón, jefe naval de Filipinas, pidió refuerzos que nunca llegaron, por lo que en el combate su misión sería estar a la defensiva apoyado por las baterías de costa. El 15 de marzo, los principales mandos militares del archipiélago se reunieron en el palacio de Malacañang para definir la estrategia defensiva de los españoles. 
Pronto se constató cierto desacuerdo entre el Ejército y la Armada; así, mientras para los primeros el objetivo principal era defender Manila, Montojo señaló que la escuadra sólo podría defender adecuadamente el fondeadero de Cavite que, si bien se encontraba lejos de la capital, estaba más cercano a la entrada de la extensa bahía.
Almirante Montojo (1839-1917)
Lo ideal hubiera sido que la escuadra española se hubiera situado frente a Manila, combatiendo para su defensa con el apoyo de las baterías de la ciudad, pero los mandos españoles no querían que la hermosa ciudad fuera escenario del combate, lo que hubiera supuesto con total seguridad un gran número de bajas entre la población civil.
Se decidió finalmente un despliegue de artillería de costa que no fue ni idóneo ni suficiente, y en el que no entraremos para no extendernos en demasiados prolegómenos.
Entretanto los americanos que, como ya dijimos al principio, estaban basados en Hong-Kong, procedieron a cambiar la pintura blanca de sus buques por la gris, mientras esperaban al crucero Baltimore que había zarpado desde los EE.UU. cargado de municiones. Una vez reunida toda la flota salieron el 24 de abril de aquel puerto con el objetivo de ir hasta la isla de Luzón, donde esperaban encontrarse con la flota española, llegando el día 30 del mismo mes. Dewey había tomado la decisión, consensuada con sus comandantes, de forzar esa misma noche la entrada en Manila para, al día siguiente, atacar a la flota española.
A las 23:30 horas la escuadra americana pasaba sin ser vista frente la Isla de Corregidor. Los buques yanquis iban totalmente a oscuras y sólo una pequeña luz en popa indicaba al buque siguiente la derrota a seguir. El único peligro al que estaban expuestos los buques de Dewey eran las minas, que no hicieron acto de presencia.
El combate
Al amanecer del siguiente día, el 1 de mayo de 1898 la flota americana se encontraba frente a Manila. 
Inmediatamente las baterías de costa comenzaron a disparar, pero la distancia a la que se encontraban los buques impedían que los alcanzaran.
La escuadra de Montojo se encontraba fondeada frente a Cavite, y era de todas las posibles ubicaciones de la flota la que menos garantías ofrecía para su defensa.
A las cinco y cuarto de la mañana comenzó el combate. A una distancia quizás excesiva de 5.000 metros los buques españoles abrieron fuego, contestando 25 minutos después los Olympia, Baltimore y Boston que, con su artillería de 203’2 mm, concentraban su fuego sobre el Castilla y el Cristina, recibiendo estos últimos numerosos impactos que causaron grandes daños. La flota de Dewey inició entonces una serie de pasadas a una velocidad de 6 nudos, reduciéndose poco a poco la distancia del combate con los inmóviles buques españoles, que llegó a ser de 2.000 metros.
La táctica española era la de acercarse con su buque insignia el Cristina, apoyado por la artillería del Austria, lo más posible al enemigo, con el fin de torpedear, cosa que no se pudo conseguir al ser rechazados los intentos por el fuego enemigo.
La superioridad americana se basó principalmente en sus cañones de gran calibre, de los que carecía la escuadra española y por la mejor calidad de las denominadas piezas de tiro rápido.
Dos horas y media de combate después, la situación de la escuadra española no era tan mala como cabría imaginar. Sólo en dos cruceros españoles (el Castilla y el Cristina) la situación era casi insostenible, ya que ambos tenían graves daños y numerosas bajas, pero aún así continuaban a flote y seguían disparando (no obstante un temeroso Montojo cambió su insignia al Isla de Cuba); el resto apenas habían recibido algunos impactos y estaban en condiciones de soportar sin problemas el castigo americano durante bastante tiempo.
Dewey ordenó la retirada al ver los escasos resultados de su ataque, aprovechando esta pequeña tregua para dar de comer a sus cansadas dotaciones. La situación se tornaba preocupante para el almirante americano, haciéndole reflexionar sobre el hecho de que a pesar de haber consumido la mitad de sus municiones, no había conseguido sin embargo hundir ningún buque enemigo.
Si Montojo hubiera adivinado la preocupación del almirante yanqui no habría hecho lo que hizo:
dar el combate por perdido y ordenar el abandono de sus buques, quitando el cierre de las piezas y abriendo los grifos.Mención especial se merece el comandante del Cristina, D. Luis Cadarso y Rey, por el valor de que hizo gala mientras duró el combate; además, fue alcanzado por una granada cuando dirigía la evacuación de su buque, siendo a la postre el muerto de mayor graduación.Dewey, gratamente sorprendido por lo que estaba presenciando, decidió reanudar el ataque, ensañandose con lo poco que quedaba a flote de la escuadra española.

Conclusiones
Pese a la superioridad artillería de los americanos, el porcentaje de acierto de sus cañones fue ridículo. Los cañones de 152 mm sólo consiguieron un 1% de impacto, los de 127 alcanzaron el 3’5% y sólo los de 203 tuvieron un aceptable 9%, siendo los que más daño hicieron a los buques españoles.
En total los americanos hicieron 5.859 disparos de los que sólo unos 145 lograron alcanzar su objetivo: 81 impactos recibieron entre los cruceros Cristina y Castilla, 33 el Ulloa, 13 el Austria, 10 el Duero, 5 el Isla de Cuba y 3 el Isla de Luzón.
Parece claro que la decisión de Montojo de hundir sus buques fue algo precipitada, habiéndose puesto en duda por prestigiosos entendidos en la materia. Sobre este punto, desde hace ya algunos años, existe una pugna entre la versión "oficialista", que exime a Montojo de toda responsabilidad, y una versión "revisionista", más crítica con la actitud del Almirante. 
Es obvio que la crítica debe ser siempre constructiva; pero, en todo caso, es también importante no olvidar que, en el fragor del combate, se pueden tomar decisiones equivocadas y que, en honor a la verdad, tampoco parece razonable el pretender ocultar estos hechos. De todas formas, si visto el estado de su escuadra, poco cabía exigir a Montojo, tampoco parecería lógico el calificar su actitud de nelsoniana. 
En cualquiera de los casos, la batalla de Cavite no fue sólo una derrota total, sino también el triste aperitivo de lo que luego ocurriría en Santiago de Cuba, y la pérdida de las últimas colonias»

También existe gran profusión de literatura. En la biblioteca de Sanlúcar hay un tomo a disposición. Y película sobre la defensa de la iglesia de la aldea de Baler durante un año, por una compañía de soldados, vestidos de “rayadillo”.

Monumento a los héroes de Cavite y de Santiago, Cartagena

Este articulo es una colaboracion de nuestro amigo Antonio Herrera
Amante de su pueblo y de su Historia

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