Sanlúcar la Mayor, Pasado ,Presente y Futuro.

Sanlúcar la Mayor, Pasado ,Presente y Futuro.
Desde que tus campos fueron fructíferos,las palomas anidaran en tus campanarios,la grieta de tu cárcava defensora de tu fortaleza amurallada,tesoros escondidos en tus silenciosas calles de tierra y blancas paredes, tu llamada al corazón de los hombres desde el alminar de tu mezquita, el repicar de tus campanas gloriosas de fiesta,los caminos y veredas de tus campos alpechinera,tus manantiales de aguas cristalina,tu Guadiamar caudaloso de aguas tranquilas. De todos los pueblos del Aljarafe ninguno puede compararse contigo,por tu historia, tu rango y tu prestigio.
.La Sanlúcar eterna,aquella que guarda en la noche la luz de las estrellas y el lucero de la mañana,la luz de su cielo celeste derrama sobre sus tranquilas calles el sosiego de sus moradores,paseantes de calles adoquinadas transcurren con pasos lentos recibiendo el frescor de sus aires con aromas de azahar de una semana que se acerca y otra que se va.La Sanlúcar eterna en la que en tantos corazones albergas y siempre estarás.. Sanlúcar la Mayor es una localidad sevillana perteneciente a la comarca de El Aljarafe y, en concreto, en el Aljarafe alto o Norte. Está situada a unos 18 km al oeste de Sevilla capital. El pueblo está situado a 148 metros sobre el nivel del mar.Es cabeza de partido judicial y centro neurálgico del alto Aljarafe.Su origen histórico se remonta a tiempos del Neolítico en la que se habitaron estas tierras.

martes, 28 de agosto de 2018

La cuesta de Las Doblas: 40 años de accidentes.


La curva fatídica de la cuesta de Las Doblas.
Hasta la construcción de la autopista del Quinto Centenario –la A-49–, alrededor de un centenar de personas perdieron la vida y otras doscientas resultaron heridas en la fatídica cuesta de Las Doblas. Entre los puntos kilométricos 568 y 570 de la antigua carretera nacional 431 –hoy renombrada como A-472–, en el término municipal de Sanlúcar la Mayor, existía un hueco hacia el cual, como atraídos por un imán, se precipitaron los vehículos por no respetar las señales, por causas técnicas o fallos humanos.

En la historia negra de la cuesta de Las Doblas, desde el año 1937 –fecha desde la que este periódico tiene datos de accidentes en esa curva–, se han registrado casi un centenar de muertes y unos 200 heridos en más de 70 accidentes. Precisamente, el 9 de abril de 1937, 16 personas fallecían y otras 35 resultaron heridas. En 1975, Antonio Moguer, alcalde de Sanlúcar la Mayor, pidió encarecidamente al gobernador civil, aprovechando una visita al pueblo, que desapareciera la curva de Las Doblas que tantas vidas se había cobrado. En noviembre de ese año comenzaron las tareas de expropiación de tierras para ensanchar y mejorar el firme y construir un carril de circulación lenta. El número de accidentes descendió hasta llegar a cero con la construcción a finales de los años 70 y principios de los 80 del tramo de la A-49 entre Sanlúcar y Huelva, que evitaría, por fin, pasar por el pueblo y por la nefasta curva.


«La culpa fue de la curva», afirmó una superviviente del trágico accidente que nos ocupa en esta ocasión. El 10 de junio de 1973, pasadas la una y media de la madrugada, un autobús con 49 ocupantes y matrícula de Cádiz se despeñaba por la primera curva descendente de Las Doblas –con un desnivel del seis por ciento–, direccion Huelva. El vehículo, que dio «siete u ocho vueltas» y se desplazó hasta 40 metros desde la peligrosa curva, quedó boca abajo entre olivos y la tierra árida de aquel lugar. Aunque los heridos afirmaron que el conductor iba despacio, las primeras hipótesis apuntaban a que éste tomó velocidad en el descenso desde Sanlúcar, perdiendo el control en el kilómetro 570. Balance: ocho mujeres fallecidas y 41 heridos. Los viajeros eran vecinos de Chipiona, casi todos mujeres de mediana edad de la famosa calle Isaac Peral –la Sierpes del municipio gaditano–, que se dirigían a El Rocío para acompañar a la Virgen el lunes de Pentecostés.

La cuesta de Las Doblas: 57 años del accidente que conmocionó a Sevilla y El Rocío
El azar jugaría un importante papel en la vida de muchos de los que el 9 de junio cogieron el autocar dirección Huelva desde Chipiona. Es el caso de Conchita González, de 18 años, que, aun teniendo el billete comprado para ir a la aldea, en el penúltimo momento decidió no viajar. Era época de exámenes y prefería estudiar. Pero su prima María del Pilar del Moral, de 20 años, le insistió una y otra vez para que fuese y Conchita accedió. El destino querría que estas dos jóvenes perecieron esa madrugada en Las Doblas. Otro lance de la diosa Fortuna lo escribieron Juan Antonio Montalbán y su novia. El chico, que venía en otro autobús, se cambió de vehículo al llegar a Los Palacios. Su subió «al de las mujeres» para acompañar a su novia en el trayecto. Él resultó herido leve al salir despedido del autobús mientras éste se precipitaba al vacío. Sin embargo, su novia quedaba «atrapada entre dos asientos, colgada del cuello, medio asfixiada», relataba el joven sobre cómo halló a su novia. «Sentí un vértigo espantoso y salí despedido. En seguida me metí dentro del coche para salvar a mi novia, que gritaba pidiendo auxilio». En esta ocasión, los dos chicos lograron salvar sus vidas.
No obstante, la tragedia de Las Doblas se ensombrecía todavía más si cabe pasados tres días del accidente. Al dolor de los familiares de las víctimas se sumaba la noticia de que el autobús carecía de la autorización pertinente para transportar viajeros. Esto implicaba que los familiares y heridos no podrían cobrar, a modo de ínfimo alivio, la indemnización económica.
Desde 1937, se han contado cien fallecidos en 70 accidentes en Las Doblas
Sanlúcar la Mayor, Sevilla, Chipiona y El Rocío, cuatro ciudades que quedaban conmocionadas por el trágico suceso. Unos titulares, el de los fallecidos en la cuesta de Las Doblas, que no sonaban por desgracia a nuevos. Doce años antes, en el mismo escenario y casi en la misma fecha –el 21 de mayo de 1961–, 22 personas morían, 43 resultaban heridas y sólo ocho quedaron ilesos. Los viajeros, que salieron de la calle Parras dirección a El Rocío, eran vecinos de los barrios sevillanos de la Macarena y Triana. El camión, utilizado de forma ilegal para transporte de personas, llevaba a 71 sentadas en unos tablones dispuestos en forma de bancas. Sólo el chofer y su ayudante viajaban en la cabina. Así, a las cuatro y cuarto de la madrugada, y pese a la profusión de señales advirtiendo del peligro, un mal cálculo de la velocidad y la pendiente y un fallo en los frenos hicieron que la curva fatal se cobrará 22 vidas.






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